LA APOYATURA EN LA MÚSICA BARROCA
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En el mundo de la música barroca existen muchos tipos de apoyatura, así como normas que aplican a cada una de ellas. Y cuando interpretemos música de este periodo de la historia, si queremos ser rigurosos, es lógico tener previamente algunos conocimientos sobre armonía, pues la relación entre la armonía y el modo correcto en el que se deben interpretar las apoyaturas es directa. Si por otro lado estos conocimientos ya están adquiridos, lo aconsejable es que, antes de abordar la interpretación de una partitura de música barroca, invirtamos algo de tiempo en entender las normas que relacionan cada apoyatura con su correcta ejecución porque de ello depende que nuestra interpretación esté ajustada al estilo propio de la época.
Las apoyaturas eran utilizadas por los compositores de esta época para destacar las disonancias en cada melodía. Para conseguir que estas melodías fuesen agradables y elegantes (lo que en la época se denominaba “galante”), los compositores barrocos eran conscientes de que debían añadir mayor cantidad de armonías consonantes que disonantes. Y en ese contexto, también sabían que lo que la apoyatura aportaba a sus composiciones era emoción y variedad, una especie de alerta puntual para el espectador. Y digo puntual porque para los músicos barrocos el exceso de sonidos consonantes no era gratificante, decían que cansa la escucha.
Según apunta Johann Joachim Quantz en su Método para tocar la flauta travesera, hay dos tipos de apoyatura: notas deben ser tocadas en los tiempos fuertes (lo que en la época se denominaba “notas buenas”) y notas que deben ser tocadas en los tiempos débiles (“notas malas”), o notas de paso.
En el supuesto de que la apoyatura tenga como objetivo la ornamentación de una nota con puntillo, esta se dividirá en tres partes iguales, de las cuales la apoyatura abarcará dos de ellas y la nota real (la que acompaña a la apoyatura) solo una, o dicho de otra manera, la duración del puntillo.
Sin embargo, no pasa lo mismo con las notas que van delante de un silencio. Es interesante ver cómo se alargan los valores (véase Fig. 3). La norma establece que en el caso de que nos encontremos con silencios después de notas ornamentadas con apoyaturas, el valor de la nota real permanece igual mientras que el de la apoyatura pasa a sustituir el valor del silencio.
Además de estos dos ejemplos existen otros adornos más breves como son: el mordente (o pincé) y el grupeto (o doublé) que usaban los compositores barrocos franceses, según decían, para dar a la obra musical un carácter más alegre o vivo.
Por último, el desarrollo del buen gusto para ornamentar es algo a tener en cuenta en lo que respecta a una buena interpretación de las apoyaturas. Esto significa que un intérprete barroco asumía que, aparte de las normas implícitas en cada ornamentación, tenían la libertad de decorar dicha ornamentación según su criterio. En este sentido, en la música barroca italiana se usaban notas de paso, así como escalas que unían intervalos (o tiratas) y trinos, siempre y cuando el músico respetase la melodía principal y evitase la saturación de las melodías con ornamentación innecesaria. Y esto lo explica con gran claridad Johann Joachim Quantz (1697-1773) en su tratado para flauta:
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Hola, soy Maite, autora de este blog, profesora de violín y especialista en violín moderno y barroco. Leer más
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